Querido Naim,
Te escribo desde un lugar lejano. Puedo imaginar el mar que acaricia tus costas, el mismo que recibió aquella botella lanzada por Tal, llena de preguntas y deseos . Espero que estas palabras naveguen esas mismas aguas y te alcancen.
En “Una botella en el mar de Gaza”, tu intercambio con Tal nos mostró que, incluso en medio de la división y el conflicto, es posible poder construir puentes a través de dialogar y empatizar., lo que me hace ver la esperanza de que más allá de las barreras físicas y emocionales nuestra humanidad compartida puede predominar
Sin embargo, la realidad actual en Gaza es desgarradora. Hay bombardeos constantes, evacuaciones forzadas y una crisis humanitaria que se agrava cada día. Las panaderías han cerrado por falta de suministros, y la población enfrenta una alarmante escasez de alimentos y medicinas.
Me pregunto, Naim, ¿cómo se mantiene la esperanza en medio de tanto caos? Tu historia con Tal me enseñó que el primer paso es escuchar, pero en tiempos donde el ruido de la guerra ensordece, ¿Cómo encontrar el silencio necesario para oír al otro?
Un mensaje en una botella es un acto de fe, una entrega al azar del mar con la esperanza de que alguien, en algún lugar, lo reciba y comprenda. Hoy más que nunca necesitamos lanzar esas botellas y no solo al mar sino al mundo, llenas de llamados a la paz, a la empatía y a la acción consciente.
Desde donde estoy, envío este mensaje con la esperanza de que llegue a ti y a quienes como tú anhelan un futuro donde las palabras sustituyan a las armas, y la comprensión supere al odio. Que este mensaje sea una semilla más en el árido suelo del conflicto, con la esperanza de que, algún día, florezca la paz..
con todo mi corazón y buena fe,
Sofia
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